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lunes, 2 de junio de 2014

Cita: "El Reflejo Púrpura" (Cap. 2)

Lucian y Azcassia
Malswen

Ante los ojos de Lucian
Desaparecí del despacho de Alexander con ayuda del nexus que había en su oficina, la pequeña lámpara de araña de bronce que colgaba arriba del escritorio del jefe de la policía, reapareciendo justo en el sendero que daba a la casa gracias al buzón que se encontraba en aquel lugar y servía de nexus.
Comencé a subir caminando ya que no poseía mi báculo, los magos solo podíamos usar el báculo para trasladarnos en distancias cortas y fuera de algún inmueble, jamás dentro de estos, para esos casos utilizábamos los nexus.
Llegué al fin a la casa donde tan solo se notaban dos luces encendidas, la de mi habitación, la cual compartía con Azcassia, y la de Drake y su esposa Artemisa.
Entré tratando de no hacer ruido observando todo el lugar, habían limpiado toda aquella sangre y todo se encontraba en su sitio, pero la casa estaba a oscuras, como si no hubiese nadie en ella.
¿Azcassia? gritaba yo apostado en el amplio salón, escuchando como Azcassia salía de la habitación observando hacia la planta baja recostada del barandal de madera donde yo le esperaba con una amplia sonrisa. Ella bajaba rápidamente las escaleras abrazándome y besándome con intensa pasión mientras yo suspiraba sintiendo calma en mi corazón al tenerla cerca.
Perdóname por ponerte en esta vergüenza, lamento tanto… Pero ella me hacía callar volviendo a besarme alegando a continuación.
Ya todo pasó y tú eres inocente, sino no estarías aquí, ¿cierto?
Yo comenzaba a sentirme mal ante sus suposiciones, escuchando como Drake me llamaba bajando las escaleras abrazándome fuertemente.
Yo le correspondía el abrazo soltándole a Azcassia con vergüenza en mi rostro.
Estoy libre porque negocié mi libertad con Alexander a cambio de… El teléfono de la casa sonaba y yo tomaba el aparato escuchando la voz de Randall completamente asombrado al escuchar quien le respondía.
¿Lucian? —Yo le afirmaba al hombre sus sospechas mientras le soltaba a continuación.
Randall, ya no debes huir… hice un trato con las autoridades y aquello también te beneficia a ti.
Pero el joven y rebelde mago alegaba que él no creía en cuentos de policías y mucho menos del condenado de Alexander que era un zorro viejo.
No tienes que volver si no quieres Randall, pero promete hacer todo lo que te diga, por el bien de Thomas y el tuyo propio, maldito demente.
El joven asentía ante mis palabras mientras yo le daba instrucciones de a donde debería dirigirse y con quien hablar en Noruega, que era donde el muy cretino se había ido a esconder.
Él asentía a todo lo que yo le decía escuchando a lo lejos el llanto del bebé, preguntándole que le sucedía, a lo que él me respondía en un tono de pesar.
¿Lucian?... ¿Tú sabes algo sobre el brazalete de Ursa? Yo miraba a Azcassia, la cual se encontraba pegada al auricular del teléfono y ésta arrancándomelo de las manos le espetó en un tono molesto.
¿Qué le hiciste al niño, maldito estúpido? Yo trataba de agudizar mi oído observando como Drake se sentaba en uno de los muebles sin decir ni una palabra.
Yo… yo no… no sabía Azcassia, yo… yo lo vi en el suelo, lo tomé y lo escondí entre las mantas de Thomas, el brazalete está adherido al brazo del niño y no para de llorar, no puedo quitárselo.
Yo cerraba los ojos suspirando para controlar el intenso pesar que sentía ante aquella noticia, mientras era Azcassia la que se lo tragaba en ofensas e insultos explicándole que aquella cosa estaba maldita.
Yo le quitaba el teléfono observando cómo Artemisa se acercaba a la escalera, haciéndole un ademán a Drake de que se la llevara a su habitación.
Escúchame atentamente, debes proteger a Thomas… él es el futuro Señor Terror… debes protegerlo Randall a como dé lugar y tratar de que su pequeña alma no se corrompa… ¿Me estás escuchando?
Randall respondía afirmativamente mientras yo le explicaba la protección que debía de hacer día a día al pequeño para poder salvar su pobre alma de aquella maldición.
Se volvía a escuchar el llanto del bebé y luego su forma de llorar cambiaba a la de aquel bebé deforme que había muerto, volviendo a escucharse nuevamente el llanto normal.
¿Randall? Yo comenzaba a escuchar golpes como si el joven perdiera el control y lanzara cosas contra la pared.
No puedo con esto Lucian, lo arruiné, arruiné todo maldita sea soltaba él en un tono desesperado comenzando a llorar mientras yo le decía a continuación.
Dame solo una semana, debo terminar mis asuntos con Alexander y pedirle que me permita viajar… quiero que te calmes, que busques a quien te indiqué y que me esperes allí, ¿está claro?
El chico me asentía tratando de calmar su llanto de frustración soltándome a continuación.
Tomé la poción purificadora, ¿sabes?… la que usan para bendecir a los magos recién nacidos. Yo le asentía incitándole a proseguir.
Cuando solté un poco de aquello en la frente de Thomas el niño chilló como si aquello fuese acido, su rostro se desdobló y luego volvió a ser el mismo bebé de siempre.
Aquello sin duda no era el brazalete, había algo más dentro de él… Recordé el momento en que trataba de separar a ambos bebés.
El alma del otro bebé infectó el cuerpo de Thomas.
Randall suspiraba comenzando a explicarme lo que había sucedido con el Recaudador de Báculos, recitándome las palabras exactas que aquella criatura mítica le había soltado.
¡Dos almas en un mismo cuerpo!… repetía yo sin poder creer aquello Maldito idiota, ¿por qué no me lo dijiste?
A lo que Randall alegaba que no le habían dado tiempo ni a pensar entre la confusión de los báculos con el indeseable de Henrik, el cual se había convertido de nuevo en padre aquella misma noche.
Yo observaba como la pequeña erkling nos miraba a todos desde la puerta que daba a la cocina, sin darle importancia al asunto de los Townsend.
Te enviaré a Whinish para que te ayude con Thomas… ellos son muy pacientes y buenos para cuidar niños, no la maltrates, ¿me has oído?
El chico me asentía escuchando como trataba de calmar al niño que no paraba de llorar mientras yo le explicaba a continuación.
Randy, haremos las cosas como se debieron haber hecho, necesito tu calma y cordura o nos iremos todos al mismísimo infierno, ¿me has oído?
Randall me volvía a asentir, a lo que yo me despedía informándole que mandaría a la criatura doméstica a ayudarle, trancando la llamada, pidiéndole a Azcassia que buscara una buena cantidad de dinero para enviárselo al muchacho con la pequeña criatura, ordenándole a Whinish que se acercara hasta mí.
Irás con el señor Randall a Noruega… ¿Me has entendido? La pequeña erkling me asentía mientras yo le entregaba una pequeña bolsa de cuero con rollos de dólares dentro de ésta.
Cuidarás a Thomas con tu vida, día y noche sin descansar, él es muy, muy importante para todos nosotros, ¿está bien?
La erkling asentía nuevamente desapareciendo del lugar, mientras Drake bajaba de nuevo las escaleras pidiendo una explicación de cómo demonios había salido de la cárcel y cuál era el trato que yo tenía con Alexander Crow, a lo que yo le respondía a mi hijo abrazando a mi esposa con fuerza.
Todos nos iremos al infierno… y digo todos… magos, criaturas mágicas, invenings y cuanto ser exista en este planeta, sino detenemos al próximo amo del terror.
Azcassia se abrazaba a mí con fuerzas mientras Drake preguntaba si se trataba de aquel niño que había nacido del vientre de su tía Ursa, a lo que yo le asentía escuchando el horror que mi hijo soltaba a continuación.
¿Pues por qué no lo matamos ahora que es tan solo un niño? Yo me acercaba a Drake soltando a Azcassia, la cual ya sabía lo que yo haría a continuación tratando de detenerme conociendo el carácter que me precedía.
Lo miré indignado lanzándole dos buenas bofetadas bien asentadas, soltándole a continuación.
¿Qué harías si yo te dijera que el futuro Señor Terror es tu futuro hijo, Orión?... ¿Serías capaz de ir a clavarle un puñal en el vientre a tu mujer, Drake?
El joven me miraba con la boca abierta y una mano temblorosa posada sobre una de sus mejillas, negando con la cabeza ante aquella pregunta.
Entonces no digas idioteces, que si tú no sientes nada por ese niño yo sí y no permitiré que nada ni nadie le haga daño, ni siquiera él mismo, ¿me has entendido? Drake me miraba serio, volviendo a asentir de mala gana, bajando la mirada.
Ahora si me disculpan, ha sido un largo día y deseo descansar.
Yo tomaba la mano de mi esposa, la cual se detenía posándose en frente de Drake.
Por cierto, me tomé el atrevimiento de comprar la piedra de nacimiento de Orión, ten… Ésta posaba una brillante y pulida piedra de turmalina sobre la palma de la mano de muchacho, el cual le agradecía el gesto. Ella comenzaba a subir conmigo las escaleras, a lo que yo le preguntaba.
¿Crees que Drake en verdad nos ayude?
Azcassia sonreía con cierto aire de prepotencia soltándome a continuación.
Lo hará… tal vez no por Thomas, ni por ti… y mucho menos por mí, pero si lo hará por Orión, eso tenlo por seguro.
Yo no comprendía a que se refería con aquellas palabras, pidiéndole que por favor me explicara aquello, a lo que mi esposa respondía con una amplia sonrisa, justo en el marco de la puerta de la habitación.
Tú solo confía en mí, querido… recuerda que… lo que de la boca sale, del corazón procede y mi corazón de hechicera es fuerte y jamás se equivoca.
Ella caminaba hacia el closet en busca de mi báculo, posándolo enfrente de mí, acariciando la ágata que sostenían las fauces del dragón elaborado en bronce en el mango de mi báculo en forma de bastón guiñándome un ojo.
Eres una arpía mujer le decía, soltando una carcajada mientras ella se aferraba a mi cuello alegando que aquello era un cumplido para ella.
En la privacidad de nuestra habitación le demostré a mi esposa lo mucho que le había extrañado, sin duda pasara lo que pasara yo era afortunado, tenía la mejor mujer del planeta y una de las más extraordinarias hechiceras de nuestro mundo.
Esta noche no había que preocuparse, ni la próxima ni la siguiente… pero el pasar del tiempo a veces se hace eterno y otras veces simplemente pareciera que diecisiete años solo habían sido unas cuantas semanas atrás.


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