Capítulo
I
El amor y el sexo
Ante los ojos de Thomas
Era extraño ver en retrospectiva hacia el pasado, recordaba el
estarme viendo en la mesa de la defensa hace ya un poco más de un año, me
contemplaba erguido en mi orgullo y prepotencia frente al banquillo de los
acusados, señalando con mi dedo índice a algún cliente que culpable o inocente,
no era más que eso… un cliente.
Pero
la verdad era otra justo ahora, y aunque no era un tribunal, me sentía igual de
intimidado por las tres acusadoras miradas, que clavaron en mí sus displicentes
ojos.
—¿No
pudiste pensar por un segundo en las consecuencias de un acto tan egoísta?
—espetó tan molesto Albsev, que pude percibir como la saliva salió abruptamente
de su boca, al soltar de aquel modo tan hostil sus palabras—
No puedes
pensar en nadie más que no seas tú… ¿No es así, Thomas? —Negué con la cabeza.