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lunes, 31 de agosto de 2015

Fanfic "Crepúsculo de dos mundos" - Capítulo 13

NOTA: Los personajes usados para este FANFIC son propiedad de Stephenie Meyer... Y solo de ella... Así como también su historia original.



Capítulo 13
Entre dudas, odios y sueños
A ojos de Jacob

Caras, tantas caras que se dibujaban en mi mente sin poder distinguir quiénes eran… solo era eso, un mar de caras y túnicas rojas que se dibujaban en una amplia plaza. No reconocía el lugar, pero lo angustiante de aquella escena era que yo intentaba correr entre aquel mar de personas que festejaban entre gritos y algarabía, alzando mi rostro como en busca de algo o de alguien, donde un gran reloj de una muy antigua torre se vislumbró delante de mí, señalando las doce en punto del mediodía, justo cuando el sol golpeó mi rostro en su esplendor, en el que un golpe seco me hizo despertar, abriendo mis ojos.
Lo primero que vi fue a Edward, el cual se halló sentado en el suelo, recostado del sofá donde dormía con un libro entre sus manos, observando hacia las escaleras, volteando para verme por demás molesto, ya que me habían despertado.

—Lo siento, Jake. —Bostecé negando con la cabeza, estirándome sobre el sofá, respondiéndole aún somnoliento.
—Tranquilo, men… no pasa nada. —Me senté quitándome la cobija que tenía encima, observando a Alice bajar las escaleras, mientras Edward se incorporaba del suelo, bajando mis pies, sentándome en el sofá, pasándome las manos por el cabello, intentando acomodarle.
—Lo siento —se disculpó Alice con Edward, quien le miró de mala manera al haberme despertado.
—Que no ocurre nada, hombre… todo bien. —Me levanté recordando aquel extraño sueño, mientras Alice se acercó a mí, abrazándome por los hombros.
—¿Y cómo dormiste? —preguntó, mientras intentaba olvidar aquella pesadilla, respondiéndole después de bostezar.
—Pues si crees que tuve mala noche a causa de lo sucedido ayer, te equivocas. —Me estiré nuevamente, caminando rumbo al baño, comenzando a asearme, pensando qué demonios podían hacer unos vampiros con un excusado en su casa, riéndome ante mis estúpidas elucubraciones, terminando de asearme, saliendo de la habitación, rumbo a revisar mi mochila, tomando el celular, revisando si había alguna llamada, y en efecto, mi padre había llamado, caminando hacia la cocina donde Edward y Alice intentaban hacerme un omelette.
—¿Mi padre llamó anoche? —pregunté, observando el desastre de cáscaras de huevo que había sobre la barra de la mesa. Edward volteó soltando la paleta de madera, siendo Alice quien la tomaba rápidamente.
—Aamm… sí —respondió él limpiándose las manos con un toallin de cocina, sacando el pan de la alacena—. Espero que no te moleste que haya tomado la llamada. —Negué con la cabeza preguntándole algo intrigado.
—¿Qué te dijo? —Guardé el celular en el bolsillo de mi pantalón, tomando una toalla desechable, comenzando a limpiar aquel desastre que había hecho.
—Pues él no se encontraba muy alegre, he de admitir —soltó Edward, ayudándome con la limpieza.
—¿Te trató mal? —pregunté, observando su reacción, negándome con la cabeza, mientras sus ojos tristones me dijeron lo contrario.
—Te trató mal, ¿no es así? —Suspiró y luego respondió.
—Pues… la verdad fue algo duro… es decir, imaginé nuestra primera conversación de otra manera… no de ese modo tan despectivo. —Él terminó de limpiar, encaminándome hacia el fregadero, observando a Alice servirme el omelette.
—Déjalo tranquilo, ya hablaré con él —espeté de mala manera, mientras Emmett y Rosalie entraron a la cocina.
—¿Qué es ese olor? —preguntó Emmett tapándose la nariz— Huele asqueroso. —Volvió a decir, a lo que su mujer, quitándose la bufanda que traía, espetó de mala gana.
—Es el can, ¿no te habías dado cuenta de su hedor? —Sonrió mientras Edward le rugía, sonriéndome igual que ella, como si me hubiese hecho gracia.
—¡Vaya!... la rubia cara de estreñida si tiene sentido del humor. —En cuestión de segundos se borró su odiosa sonrisa, mientras Emmett bajó la cabeza intentando no decir nada, siendo Alice quien riera, entregándome mi plato de comida y Edward sacaba los panes del tostador, colocándome la mantequilla en frente.
—Gracias. —Tomé los cubiertos, escuchando como Jasper abrió la puerta y Alice salió rápidamente a su encuentro, mientras Edward controlaba su mal genio al igual que la rubia, soltándole a Jasper con el buche de comida en la boca.
—Gracias. —Supe de antemano que él había cambiado los ánimos en el lugar, intentando controlar las rabietas de ambos vampiros.
—No es nada —Tomó a Alice de la mano, llevándosela consigo, mientras seguí comiendo—. Mmm… no está nada mal, pensé que encontraría restos de cáscaras en el omelette. —Edward sonrió, revelándome algo apenado.
—¿La verdad? Es bastante difícil tratar de romper un huevo sin destrozarlo con nuestra fuerza, es algo complicado. —Solté una carcajada cubriéndome la boca con una servilleta, intentando no escupir la comida, imaginándome aquello.
—Alice tuvo la genial idea de pasarlos antes por el colador. —Comencé a toser ahogado ante aquello, mientras Edward me palmeaba la espalda, intentando controlar aquel atraganto, tragando poco a poco, tomando un poco de jugo, soltando una carcajada contenida, acompañada de la de Emmett.
—Dioooos… como me hubiese gustado haberlos visto… —Rosalie se levantó rápidamente, saliendo de la cocina como alma que lleva el diablo, incomodándome ante su reacción, preguntándole a Emmett.
—¿Por qué me odia tanto? —El chico suspiró y negó con la cabeza.
—No te odia Jacob, es al contrario… el ver todas las cosas humanas que haces, la hacen atesorar su humanidad ya perdida. —Me quedé por largo rato observando mi comida, preguntándole rápidamente.
—¿Cómo se convirtió en un vampira? —Pero justo en ese momento Rosalie lo llamó, haciéndole incorporarse de un salto.
—Que te cuente Edward, brother… yo debo irme. —Me palmeó el hombro, saliendo raudo por la puerta rumbo hacia las afueras de la casa, terminándome el desayuno, bebiéndome el jugo, observando a Edward esperando a que me contara.
—A todos nos convirtió Carlisle, menos a Alice y a Jasper. —Aquello me asombró.
—Woow… jamás pensé que a el “Doctor Colmillos” le gustara tanto hincar el diente. —Edward rió, tomando el plato junto con el vaso, colocándoles sobre el fregadero.
—Pues no lo hubiese hecho en otras circunstancias salvo por las que él las hizo. —Observé a Edward, escuchándole atentamente mientras él lavaba los trastos.
—Por ejemplo, mi transformación fue porque moría a causa de la gripe española… él sintió mucha afinidad conmigo, deseaba formar una familia y mi madre humana ya había muerto… ella le pidió que me cuidara. —Su rostro se tornó triste al hablar de su madre biológica.
—Comprendo. —Le palmeé el hombro, ya que él había terminado de lavar los trastos y había contado todo lo demás sentado a mi lado.
—Rosalie… Mmm… pues es algo más duro de contar, ella… —Se lo pensó por unos segundos y luego prosiguió— Su vida fue malograda por su prometido. —Le miré fijamente.
—Él era de mal beber y abusó de ella en conjunto con sus amigos. —Tragué grueso, comprendiendo el porqué de aquella dura amargura.
—Vaya… por eso es que es como es, imagino yo. —Edward me sonrió.
—No siempre fue así. —Le miré arqueando una ceja.
—Te voy a contar algo que espero solo quede entre tú y yo —Le asentí, observando como él se concentraba, buscando mentalmente si había alguien cerca que pudiese escuchar—. Ella fue trasformada por mi padre para que fuese mi pareja. —Las piezas comenzaron a encajar mejor en todo aquel asunto.
—Así que no solo es por lo que Emmett alega, ¿no es así? —Él suspiró, negando con la cabeza, bajando la mirada
—Tú le gustabas… pero nunca le prestaste atención, ¿no es así? —Él joven asintió.
—¿Por qué no te gustaba Rosalie? —Edward me observó tornando un rostro sarcástico, riendo ante su cara— Jajaja… bueno, aparte de porque es como un puñetazo en el estómago. —Él sonrió, respondiéndome.
—¿Para mí?... Ella solo era como una hermana.
—Mmm… comprendo. —Me quedé observándolo detenidamente, mientras él se levantó de repente, y observando su reloj de pulso, me notificó como nervioso.
—Tu padre de seguro debe de estar muy molesto… creo que deberías ir hasta tu casa. —Me levanté y caminé hacia la sala, tomé mi mochila, y observando el piano, le comenté.
—Nunca me dijiste cómo se llamaba la canción. —Pero él sin pretensión alguna de responderme tomó las llaves y salió de la casa rumbo a buscar el auto.
Salí a las afueras esperando a que él trajera el Volvo, suspirando ampliamente, recibiendo todos los aromas adyacentes a la propiedad, ya que poseía un olfato canino bastante privilegiado, y al instante llego a mí aquel efluvio asqueroso.
—Laurent —solté observando a todos lados, justo cuando el auto de Edward derrapó frente a la casa, quedando a escasos centímetros de mí.
Salió del vehículo y se colocó delante te de mí, agazapado como si fuese a atacar, mientras Carlisle y Esme salieron rápidamente de la casa, observando hacia su izquierda, por donde el vampiro arribaba como si nada hubiese ocurrido hacia la casa Cullen.
—No eres bienvenido —soltó Edward, mostrándole los dientes, mientras que Carlisle, colocándose entre Edward y Laurent, argumentó, tratando de sonar cordial con el inmortal.
—Vaya… ¿la verdad?... no esperábamos tu visita tan pronto. —El alto vampiro de color se detuvo, observando a Carlisle y luego a Edward para culminar su escaneo conmigo.
—No sé que tengas, muchacho, pero Victoria al parecer se ha enfocado en ti de una manera desmedida y no va a parar hasta que consiga lo que quiere. —Carlisle y Esme se miraron entre sí para luego observar a Edward, a sabiendas de que este sí estaba muy bien informado del asunto, ya que le había visto en la mente de la pelirroja, intentando acercarme a Laurent, pero Edward como siempre en aquel afán de protegerme me lo impedía.
—Puedes decirle a la pelirroja que es muy hermosa, pero no estoy interesado en pasar mi vida al lado de una chupa sangre. —Edward cambió su postura de atacante, colocándose pasivamente delante de mí, sin dejar que el recién llegado se me acercara.
—Victoria se ha enfocado en el joven lobo, al parecer está decidida a hacer del chico su nueva pareja —les soltó Laurent a los padres de Edward al ver sus rostros desconcertados.
—Pero ella no puede obligar a Jacob a ser su pareja —respondió Carlisle, a lo que Laurent argumentó.
—Miren… yo solo vine a darles las gracias por ayudarme a deshacerme de esos dos, James ya me tenía cansado de sus idioteces y Victoria es solo una golfa. —No pude evitar reírme ante lo que el vampiro decía de su amiga.
—Conocí a un clan hace unos días antes de conocerlos a ustedes… los Denali. —Carlisle y Esme se observaron al unísono y asintieron.
—Son parientes nuestros —respondió el padre de Edward, a lo que Laurent prosiguió.
—Pues estoy interesado en una de ella… Irina —alegó él enfocándose en Carlisle, quien asintió nuevamente, mientras Edward comenzó a retroceder, colocándose a mi lado, pidiéndome casi en un susurro.
—Vámonos… ya rebusqué en su mente y dice la verdad… así que no hay peligro en él. —Asentí, caminando hacia la puerta del copiloto, escuchando como el recién llegado me informaba, interrumpiendo su conversación con Carlisle y Esme.
—Victoria no descansará, lobo… solo ten cuidado. —Me giré con la puerta del auto abierta mientras respondía.
—La estaré esperando. —Laurent me sonrió y yo a él, adentrándome al vehículo lanzando mi mochila hacia la parte de atrás del auto, donde Edward arrancó, comenzando a bajar por la carretera de tierra rumbo hacia la pavimentada, pensando en lo que Laurent me había dicho.
—¿Crees que lo que él quiere decir es que no se detendrá hasta que acabemos con ella? —Edward no dijo nada, limitándose a conducir en silencio, suspirando algo molesto ante su mutismo, comenzando a conocerle, pensando que era mejor dejarlo sumergido en sus pensamientos y cuando tuviese algo que decir simplemente lo diría.
Encendí el reproductor de música, escuchando las noticias de que en Seattle ya había habido tres asesinatos inexplicables.
—Ellos tuvieron que ver en eso —soltó Edward rompiendo al fin el silencio.
—Pues supongo que así es. —Justo en ese momento una camioneta blanca se detuvo frente a nosotros, obstruyéndonos el paso, donde del lado del copiloto se encontraba mi padre y quien conducía era Harry Clearwater, el padre de Leah y Seth.
Rodé los ojos ante aquel acto estúpido de pretender que iban a mi rescate, bajándome del auto al igual que Edward, mientras Harry salió de la camioneta, abriendo la puerta del lado de mi padre, ordenándome por demás molesto.
—Entra a la camioneta, Jacob. —Sonreí de manera irónica mientras Harry argumentaba a la petición de mi padre.
—Hazle caso a tu padre, Jacob. —Volteé a ver al anciano, espetándole por demás molesto.
—Tú no eres nada mío para ordenarme qué hacer. —Me encaminé hacia donde se encontraba mi padre, pero Edward se me adelantó, posándose en frente de él, ofreciéndole su mano a modo de saludo.
—Mucho gusto, señor Black, soy Edward… —Pero mi padre le interrumpió, observando la mano del chico de un modo despectiva.
—Sé muy bien quién eres, Cullen. —Edward bajó la mano, mirando fijamente a mi padre.
Harry se apoyó de la puerta del copiloto, observando del mismo modo despectivo en el que lo hacía mi padre, haciendo que Edward comenzara a retroceder, tornando ese rostro de pena que ponía cuando algo le incomodaba y no sabía cómo reaccionar.
—Vaya… con razón nos siguen llamando indios… ¡Qué educación! —Les espeté casi escupiendo las palabras que sonaron reprobatoriamente, posando mi mano en el hombro de Edward, pidiéndole muy amablemente, intentando hacerlo sentir mejor.
—No les prestes atención, son un par de viejas malhumoradas porque no saben qué hacer con sus miserables vidas de indios Quileutes ya fuera de circulación. —Harry me miró con ganas de voltearme la cara, a lo que mi padre simplemente respondió.
—Respétame muchacho. —Bufé por la nariz, respondiéndole de mala gana.
—Pues aprende a dar respeto antes de exigirlo.
—Lamento que no le agrademos, señor black… pero créame, no todos los vampiros somos iguales. —Mi padre le observó de arriba hacia abajo, espetándole nuevamente de un modo cruel.
—Un chupa sangre es un chupa sangre… venga de donde vengan… no son de fiar.
—Bueno… YA BASTA —les grité casi histérico, a lo que Edward simplemente posó su mano en mi hombro, susurrándome quedamente.
—Está bien, Jacob… ve con ellos. —Pero antes de que Edward terminara de hablar yo caminaba hacia el Volvo, tomando mi mochila, lanzándosela a mi padre de mala gana en las piernas, arrojando la puerta de la camioneta, exigiéndole al borde de la ira.
—Quiero que me dejes en paz, Billy… Vete y llévate mi mochila… yo no pienso ir aún a la casa, no hasta que aprendas a respetar mis decisiones. —Ante la ira no pude contenerme, y convulsionando, entré en fase casi en segundos, soltando un rugido y luego un aullido de rabia ante lo que estaba sucediendo.
Comencé a correr y a correr adentrándome en el bosque… recordando todo lo que había ocurrido hacia tan solo unos segundos.
“¿Por qué… por qué me irritaba tanto que mi padre no lo soportara?... ¿Por qué sentía esa rabia de que nuestras familias no pudieran llevarse bien?... ¿Por qué los Cullen si me recibían en su casa y mi padre no podía tolera a Edward?”.
Cada interrogante me fulminaba el cerebro y hacía que mi pecho doliera, llegando a un claro, una pequeña pradera cubierta de flores silvestres blancas y violetas, donde el aroma era agradable y la brisa hizo que toda la vegetación se moviera como si fuese un océano, caminando lentamente, sintiendo los rayos del sol en mi pelaje, llegando al centro de aquel lugar, echándome sobre el pasto y las flores, cerrando mis ojos, tratando de calmar aquel mal humor que me embargaba.
“Este lobo sí que es prepotente y de malas pulgas”, le escuché decir a Edward mentalmente, levantando mi rostro, el cual había colocado sobre de mis patas delanteras, observando como el joven inmortal se sentaba a mi lado, mientras su rostro y sus manos brillaron como si su piel fuera hecha de diminutos diamantes ante la luz del sol.
“¿Así que por eso es que se ocultan del sol?”.
Edward asintió sin dejar de mirarme, acomodándose mejor a mi lado en aquel mar de flores silvestres.
“Pues sin duda que no podrías pasar desapercibido… aunque si te llegan a descubrir puedes alegar que tratabas de abrir un frasco de brillantina delante del ventilador… a Ángela le pasó una vez en el salón de arte y creo que hasta trago de esa cosa”.
Edward comenzó a reír y negó con la cabeza ante mis ocurrencias, mientras yo simplemente intentaba olvidar lo que había ocurrido hace rato.
—Pues lo tendré en mente por si acaso. —Reí internamente mientras le soltaba, intentando que no se diera cuenta de mi molestia ante las palabras que diría a continuación.
“Lamento lo que sucedió… no tienes la culpa de lo que eres, Edward… entiende eso”.
Él me miró, comenzando a acariciar mi pelaje mientras me asentía.
“No me importa lo que tu padre diga, Jacob… mientras tú no me pidas que me aleje de ti, yo no lo haré”.
Por un momento logré ver algo que él quería ocultar, me vio a mí mismo dormir en el sillón de su casa llamándolo entre sueños, me eché de nuevo sobre mis patas delanteras sin decir nada, intentando no recordar el sueño que había tenido.
“¿Edward?”.
Él volteó a verme, pero antes de que soltara la pregunta, él ya la había respondido mentalmente.
“La nana de Jacob”.
Comenzó a tararearla en su mente, tal cual la había tocado en el piano, cerrando mis ojos, sintiendo una ligera pesadez en ellos, mientras sentía como el peso del cuerpo de Edward se posaba en uno de mis costado, recostándose sobre mi cuerpo lobezno, el frío de su cuerpo me hizo estremecer, pero no me moví de posición, y lentamente, me fui quedando dormido.

2 comentarios:

  1. aww se quedó dormido...mmm algo me dice que lo estas empezando a querer, ya es tiempo. El papel de Edward me sorprendió un poco, normalmente pienso que él es muy amable y todo ello,pero no creí que tuviese esa reacción tan seguido¬¬ Emmett es fantástico, me encanta, ojala ya Edward se atreva a hacer algo.... aunque bueno creo que el primer paso lo da Jake. Estaré esperando la continuación-By Mahô

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    Respuestas
    1. Muchas gracias por tus comentarios... Emmett siempre fue uno de mis personajes favoritos de la saga... Saludos ^_^

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