Capítulo 8
¿Quién dijo que ser malo no es bueno?
A
ojos de Jacob
Íbamos en el auto rumbo a donde habíamos dejado a trío
de pervertidos que casi le estropearon la vida a Bella, aunque conociendo a
Charlie, de seguro este no se iba a quedar con algo como eso.
—¿Y bien?... —preguntó Edward, sacándome de mis
pensamientos…
—¿Y bien qué? —pregunté volteando a verle.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó el chico que hoy
tenía los ojos negros.
—Aaahhh… pues… me he puesto a pensar… ¿para qué ser lo
que somos si no lo disfrutamos? —Edward me miró sin comprender— Es decir… ¿De
qué sirve ser un chico lobo y un chupa sangre si no vamos a disfrutar el
asustar a los demás? —El chico frenó de golpe, agarrándome fuerte de la puerta,
volteando para verle espetándole de mala gana— ¿Te volviste loco? —Edward me miró
serio.
—Creo que el que se volvió loco fuiste tú… ¿crees que
es muy bonito andar asesinando gente? —Alcé una ceja ante sus palabras, soltando
de golpe una carcajada.
—Oh vamos, hombre… ¡como si jamás has matado a
alguien! —Él apretó con fuerza el volante, observando al frente completamente
inerte.
—¿Has matado, cierto? —le pregunté, pero él siguió
inmóvil ante aquella interrogante, a lo que simplemente posé mi mano en su
hombro, era la primera vez que lo tocaba, era frío, muy frío, o a lo mejor mi
temperatura corporal tan elevada me hacia percibirlo más frío de lo que en
realidad era, pero no dejé de tocarlo, eso de seguro lo haría sentir mal.
—Odias lo que eres… ¿No es así, Edward? —Él asintió, volteando
a ver mi mano y luego a mí.
—Pues no deberías… yo me siento a gusto “en cierto modo” con lo que soy, nada
mejor que ser diferente a los demás… únicos y ¿para mí?... eso es lo que somos…
todo es causa y efecto.
Él siguió observándome fijamente mientras yo
proseguía, apartando mi mano de su hombro para acomodarme en el asiento.
—Veras… si tú y yo no fuésemos lo que somos… ¿crees
que hubiésemos podido con esos tres? —Niego con la cabeza— Si al momento de
haber llegado yo te hubiese hecho voltear a verme, ese chico te hubiese dado un
puñetazo en el estómago y te hubiese arrojado al suelo, sacándote el aire… yo tendría
que haber salido en tu defensa y me agarrarían entre los otros dos, destrozándome
el rostro a puño limpio mientras que el otro te caería a patadas… terminando
con nosotros y se llevarían a Bella y la destrozarían por allí y la arrojarían
por un voladero. —Edward soltó una risa, negando con la cabeza.
—Vaya, tú ya te hiciste la película de terror en la mente,
¿no? —Alcé una ceja.
—Dime si tengo o no tengo razón —Él asintió, mientras
me cruzaba de brazos de manera triunfal—. Ahora… si pones en marcha el auto, a
lo mejor logramos detener su próxima violación, ¿no te parece?
No había terminado de decir aquello, cuando arrancó
bruscamente el auto, girando hacia la calle donde había dejado mi motocicleta, la
cual aún se encontraba allí, suspirando aliviado mientras el auto siguió
avanzando a la cuadra siguiente, pero no había nadie.
—¿Puedes percibir sus pensamientos? —le pregunté a
Edward, el cual negó con la cabeza— Mmm… a lo mejor ya se fueron… será mejor
volver a casa ¿No te parece? —Él asintió, aunque algo afligido— O si quieres
damos una vuelta y tratamos de ver si están por acá, ¿quieres? —A lo que él
respondió.
—¿No es muy tarde para ti, Jacob? —Volteé a verle, soltando
una estruendosa carcajada
—¿Y tú desde cuando te convertiste en mi padre? —le
pregunté aún con aquel ataque de risas mientras él me miraba de mala manera.
—Pues si yo fuese tu padre, no me gustaría que
anduvieras a estas horas de la noche tan lejos de casa —Me quedé serio por unos
minutos, volviendo a reír, a lo que él respondió de mala manera— ¿Puedo saber
qué te parece tan gracioso?
—Nada… es solo que en serio, no sé porqué te empeñas
en tratarme como a un niño.
—Pues prácticamente lo eres… ya que yo tengo ciento
nueve años. —Edward comenzó a dar la vuelta en “U” mientras le respondía.
—¿Y?... para mí tienes diecisiete igual que yo… así
que no me vengas con tus alardes de que eres más viejo que yo y a venir a
querer dártelas de hermano mayor, ¡es más!… llévame hacia donde dejé la
motocicleta ya que… —Pero mientras parloteaba, Edward frenó nuevamente en la
esquina, susurrándome por lo bajo.
—Los escucho. —Comencé a ver hacia todos lados, pero no
había nada… la calle estaba completamente desierta, así que aprovechando
aquella soledad, comencé a desvestirme rápidamente ante los ojos atónitos de
Edward.
—¿Que… qué diablos estás haciendo? —preguntó con el
rostro descompuesto, observando a todos lados.
—Pues es la única muda de ropa que tengo disponible y
no la pienso destrozar al entrar en fase, así que me la voy a quitar y me la
guardas acá.
Solté de lo más tranquilo, quitándome el pantalón,
arrojándolo junto con la camisa hacia la parte trasera del auto, dejando mis tenis
en la parte de adelante, sacándome las medias y luego el bóxer, volteé a verle,
pero el vampiro observaba al otro lado.
—¿Puedo preguntar?... ¿Por qué te incomoda tanto que
me desnude? —Pero el chico no dijo nada y simplemente miró al frente
completamente tenso—Bien, ya hablaremos de esto, señor “me incomodo ante la desnudez de otro hombre”.
Edward apretó sus labios intentando no reír ante
aquello, abriendo la puerta del auto, sintiendo el pavimento frío en mis pies
entré en fase, comenzando a correr para esconderme en la oscuridad.
En efecto, ahora podía escuchar en mi mente aquellos
tipos que reían y bebían en uno de los callejones, observando cómo Edward estacionó
el Volvo, mientras caminaba hacia donde ellos se encontraban.
—Creo que deberías ir a un médico... esa mano se te
está hinchando —dijo uno de ellos, al que había intentado golpear a Edward sin
éxito, a lo que este respondió.
—¡Bha!… ya se me pasará… malditos niños de ahorita,
creo que toman esteroides o algo así para mantener semejante cuerpo.
Sonreí negando con la cabeza, acercándome aun más a
ellos sin ser detectado, observando cómo Edward salió por el otro lado del
callejón, contemplándoles como lo había hecho al momento de enfrentarles, percatándome
de cómo se levantaron rápidamente y uno de ellos sacó un arma.
—No te acerques. ¿Para qué volviste? —preguntó el hombre del
arma, a lo que Edward respondió.
—He vuelto por sus almas… me las llevaré al infierno
que es donde deberían estar.
“Vaya… menos mal que no le
gustaba ser malo”.
Pensé para mí mismo, a lo que Edward simplemente
apretó los labios tratando de no reír.
“Sí que eres creativo, ¿eh?...
jajaja”.
Reí internamente, observando cómo ellos intentaron
escapar por donde yo me encontraba, saltando justo frente a ellos, agazapándome
para rugirles como fuerza. Los tres hombres se detuvieron en seco sin saber a
dónde ir, chocando los unos con los otros mientras que Edward se acercó
lentamente, soltándoles en un tono intimidante.
—Si no se arrepienten de sus pecados haré que la
mascota del diablo los ataque destrozando sus cuerpos y yo me llevaré sus
almas.
Volví a rugir con fuerza, arrojándome hacia ellos,
tomando a uno por el pie, arrastrándolo hacia la oscuridad, mientras que el
hombre gritaba como niña asustada por un roedor. Yo me estaba divirtiendo de lo
lindo mientras que Edward pensó algo molesto.
“Jacob, no vayas a matarlo”, a lo que respondí.
“Tranquilo, hombre… solo
quiero que se defeque en los pantalones, nada más”.
El vampiro negó con la cabeza, mientras los otros dos intentaron
quitarme al idiota de la mano golpeada y el del arma apuntó a Edward, quien
rápidamente le arrancó el revólver destrozándolo entre sus manos como si se tratase
de un trozo de papel, eso logró que se asustaran aun más, zarandeando la pierna
del hombre de un lado a otro como perro con mal de rabia.
—Si prometen que irán a la delegación más cercana y se
entregan, juro que no los cazaré y los asesinaré… —Edward buscó en sus mentes
sus nombres y nombró a cada uno de ellos por nombre y apellido, mientras yo
soltaba al hombre ya completamente bañado en lágrimas y orine del terror que
sentían, levantándose rápidamente del suelo observando a Edward, asombrados de
que el chico supiera sus nombres completos.
—Sí, sí… prometemos entregarnos… pero por favor, no
nos lleven señor muerte, por favor. —Me retorcí de las risas internamente,
mientras Edward intentó no asomar ningún indicio de aquella risa que amenazó
con salir, tornándose completamente serio.
Aquellos hombres se arrodillaron frente a Edward
prometiéndole que se arrepentían de sus actos y se entregarían.
—Eso espero… porque los cazaré a cada uno y los
destrozaré al igual que a cada uno de sus familiares. —Todos asintieron con la
cabeza y agradeciendo una vez más, corriendo despavoridos calle abajo, arrojándome
en el suelo muerto de risa, Edward suspiró y sonrió mientras decía.
—Eres malo, Jacob, en serio. —Comenzó a caminar
mientras yo me incorporaba y caminaba tras él, sacudiéndome el pelaje,
observando a todos lados por si acaso aparecía alguien más.
“Y tú demasiado bueno,
Edward”.
El chico no respondió, pero no pudo ocultar una
palabra que escapó de sus pensamientos… “El
alma”
“Así que ¿por eso no matas?”.
Pregunté, pero él siguió sin responderme. Abrió la
puerta de la parte trasera del Volvo, y dando la vuelta al auto a velocidad
vampírica, entró al vehículo, encendiéndolo mientras esperaba a que yo entrara,
saliendo rápidamente de fase y cerrando la puerta mientras él arrancaba el auto
a toda velocidad, comenzando a buscar mi ropa, empezando a ponerme los bóxer y
luego las medias.
—Así que el joven Edward Anthony Masen Cullen… quiere
salvar su alma.
Al escucharme decir su nombre completo, ya que lo
había buscado en su mente aquella información, hizo un cambio brusco en las
velocidades del auto, haciéndome trastabillar y caer hacia atrás.
—Jajaja… Así que tengo razón —solté tratando de
incorporarme poniéndome los pantalones para intentar subirlos, observando como
él me miraba por el espejo retrovisor, volviendo a enfocar su mirada en el
camino—. Primero te da vergüenza verme y ¿ahora me espías?
Edward frenó en un semáforo en rojo, aunque no había
autos en el cruce, haciendo que volviera a caer con brusquedad hacia adelante y
luego hacia atrás.
—Oye, oye… cálmate, ¿quieres?... si te piensas
molestar con alguien, hazlo con tu maldita bipolaridad que no te deja pensar
con claridad.
Le espeté pasándome al asiento del copiloto con mi
franela en la mano, posándola en mis muslos y tomando mis tenis, comencé a
calzármelos mientras él no dejó de mirarme.
—¿Y bien? —pregunté volteando a verle, encontrándome
con aquella mirada de odio como el primer día de clases.
—¿Y bien qué? —preguntó él, a lo que yo respondí con
una interrogante.
—¿Puedo saber por qué te incomoda tanto mi desnudez? —El
semáforo cambió a verde y este arrancó de nuevo el auto, esta vez en una
velocidad más moderada.
—Vengo de una época donde la gente no se andaba
desnudando así como así. —Rodé los ojos y colocándome la camiseta, le respondí.
—Pues supongo que vienes de una época en la que hacían
el amor con la luz apagada y entre sábanas, ¿no? —Él no dijo nada, simplemente calló
y condujo en silencio mientras le observaba fijamente. Después de un largo rato
respondió.
—Supongo. —Arqueé una ceja, preguntándole.
—¿Supones?... ¿qué es eso de supones?… ¿Lo has hecho o
no lo has hecho entre sábanas en tu época? —Observé como su manzana de Adán subió
y bajó al tragar grueso, preguntándole completamente incrédulo— ¿Eres virgen? —Edward
rodó los ojos, debatiéndome entre soltar una carcajada o aguantármela para no
hacerlo sentir mal— Mmm… Ya veo.
Fue lo único que solté recostándome del asiento
mientras veía como encendió el reproductor, recordando algo que había olvidado.
—Maldición —Edward volteó a verme algo extrañado, a lo
que argumenté, como si el chico me hubiese preguntado—. Mi motocicleta… la dejé
allá… grrr… —Pateé la parte baja del auto molesto conmigo mismo, a lo que él
respondió entre sonrisas.
—Haré que mi hermano vaya por ella. —Volteé a verle,
preguntándole.
—¿Cuál de los dos?... ¿La mole o el que tiene cara de
sufrido? —Edward sonrió negando con la cabeza y respondió.
—La Mole… él tiene un Jeep, así que puede llevarla a
la casa.
—¿A mi casa o a la tuya? —pregunté rápidamente.
—A mi casa, Jacob… te ayudaré a repararla. —Volví a
alzar una ceja observándolo detenidamente.
—¿Por qué? —pregunté sin comprender porqué se empeñaba
en ser tan amable.
—Pues porque tengo como hacerlo… además… —Pensó por unos
segundos y luego prosiguió— Mis padres quieren conocerte. —Volvió a poner esa
cara de apenado que en cierto modo me divertía.
—¿Y eso por qué? —pregunté nuevamente tratando de
molestarle.
—Pues… les conté sobre ti y lo que eres… mi… mi padre
es médico y científico a la vez… y pues… —Le interrumpí.
—Y me quiere de conejillo de India, ¿no? —Él negó con
la cabeza mientras tomaba la vía hacia la reserva.
—No… solo quiere conocer más sobre los Quileutes y sus
leyendas, como yo.
Respondió él, comenzando a bajar la velocidad, mientras
pensaba en aquel panorama… una casa llena de vampiros sedientos de sangre, ¿yo?
Con un efluvio poco inusual, que al parecer los descontrolaba, aquellas
matemáticas no me cuadraban, pero respondí.
—Bueno… pues, solo espero que yo no sea el plato
principal de la reunión. —Él rió sonoramente y respondió.
—Tendrían que matarme a mí antes de que logren ponerte
un dedo encima —Aquello me dejo más que pensativo, quedándome inerte
observándolo mientras el ya había estacionado el auto, volteando a verme
susurró—. Lamento dejarte acá y no en tu casa. —Sus palabras me hicieron salir
de mi trance, volteando a ver a mí alrededor percatándome que nos encontrábamos
en uno de los senderos que daban a mi casa.
—¿Por qué no puedes llevarme hasta mi casa? —Él me
observó serio, intentando explicarse.
—Mmm… verás, tus ancestros conocían sobre nosotros… y
pues… al parecer Carlisle hizo un trato con tu padre. —Le miré asombrado.
—¿Mi padre y el tuyo se conocen? —Edward asintió y
prosiguió
—Tu padre tiene más edad de la que tú crees. —Aquello
no me cabía en la cabeza… Billy seguía mintiéndome y cada día descubría una a
una sus mentiras.
—¿Así que él ya conocía de ustedes? —Él volvió a
asentir— Comprendo.
“Ahora sí que Billy y yo
vamos a tener una larga conversación nocturna”.
Pensé abriendo la puerta del auto, y asomándome al
interior, le respondí.
—Ya buscaré la manera de que puedas entrar a la
reserva, tú tranquilo, pero… —proseguí tratando de sonar serio— Debes hacer
algo con esa virginidad tuya, ya que no aceptamos en la reserva a chicos de
diecisiete años aún vírgenes —Él me miró serio mientras yo soltaba una
carcajada—. Estoy bromeando, hombre. —Tranqué la puerta, pero justo en ese
momento él bajó el vidrio de la ventanilla y preguntó.
—¿Tienes cómo llegar al colegio mañana? —A lo que negué
con la cabeza, ya estando a cierta distancia del auto— Pues si me esperas aquí
mismo a eso de las siete de la mañana ¡te puedo llevar!
Me lo pensé por unos instantes y la verdad que era una
larga caminata hasta el colegio, así que asentí levantando mi pulgar, y dándome
la vuelta, comencé a correr rumbo a mi casa mientras recordaba toda la
conversación que habíamos tenido momento atrás, escuchando como el daba la
vuelta en “U” acelerando hasta el
fondo.
Llegué a mi casa y Billy observaba el juego de fútbol
americano mientras yo trancaba la puerta y le soltaba de mala gana
—Tenemos que hablar.
Desde lejos la casa se tornaba pequeña y silenciosa,
nadie podía decir que justo en ese momento se tornaba la más fuerte discusión
entre Billy y yo a causa de sus mentiras, ya que no iba a permitir más un
engaño de mi padre, y mucho menos tratándose de los Cullen, pues al parecer
ellos no eran nuevos en Forks, simplemente habían vuelto a su casa de hace
muchos años atrás.
Sí, hay mucho de que hablar Billy...
ResponderEliminarNo se muy bien que sucedió...Jake se incomodo un poco por lo qué dijo Edward?- El que debían de matarlo primero a él antes de tocar a Jacob- me hubiese gustado que detallases más esa parte...no comprendí muy bien lo sucedido.
A pesar de ello siento que Jake se sintió un poco incomodo, él saber que Edward pensaba eso, lo desestabilizó...más sabiendo ya que es Virgen(risa)ahora quién se aguanta el bullying...-By Mahô