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jueves, 19 de febrero de 2015

¿Quién es mejor amo? ¿Thomas Lestinger o Christian Grey?






Fragmento del capítulo 23 de "El reflejo púrpura"

Ante los ojos de Albsev

Me encontraba en la habitación leyendo, o más bien hojeando el libro que Stephano me había prestado, leyendo uno que otro capítulo; en uno de estos podía leer que el amo le llamaba “nena” a la esclava, haciéndome sonreír mientras negaba con la cabeza.
“Si Thomas me llamara “nene” de seguro yo haría lo que me diera la gana con él”.
Pensaba yo mientras seguía leyendo, comenzando a sentir el agotamiento físico del día, escuchando como Thomas entraba y yo ponía cara de interesado observando sus movimientos por entre el libro, dándome cuenta que me ignoraba como lo había estado haciendo por todo un mes.
—Woow… este Christian sí que es un tipazo —soltaba yo observando que el chico volteaba a verme, a lo que yo enfocaba mi vista en la lectura poniendo cara de maravillado.
Escuchaba que éste se acercaba a mí y de un zarpazo me quitaba el libro observando por qué parte de la lectura iba y luego la portada, arrojándome el libro soltando de mal humor.

—¿Estás aprendiendo a ser un buen esclavo de ese libro? —Yo le asentía sintiéndome al fin más tranquilo al ver que me hablaba.
—Pues entonces dejarás de ser mi esclavo, porque no pienso tener a un pelmazo como esclavo como la tal Anastasia, y mucho menos pretendas que yo sea como el tal Grey.
Yo me arrodillaba sobre la cama posándome frente a él.
—Claro que no quiero que seas como él, aunque sin duda el ama a su esclava.
Éste me miraba fijamente soltándome en un tono autosuficiente.
—Y yo ya estoy cansado de decirte que no te enamores de mí, Albsev, porque yo no me pienso enamorar de ti.
—Pues eso es ya irreparable, aunque trataste de asesinar a mi hermano… aún no puedo lograr odiarte lo suficiente como para arrojarte por la borda a los tiburones.
Éste sonreía bufando por la nariz mientras se sentaba en mi cama y yo me sentaba de igual manera posándome frente al chico, que soltaba rápidamente tratando de cambiarme el tema sobre lo de mi hermano.
—Un hombre que se hace ver como un macho dominante y deja todo por un ser tan insulso como esa chica, sin duda pierde toda credulidad de ser un “macho alfa” ¡Por Dios!... y mucho menos un amo en potencia.
A lo que yo preguntaba rápidamente tratando de que no se enfriara la conversación.
—¿Y un esclavo puede llegar a ser un buen amo alguna vez? —Él arqueaba las cejas preguntándome divertido.
—¿Pretendes en un futuro ser un amo, Albsev?... no te veo azotando personas, y mucho menos chicas… unos nacen para la sumisión y otros para dominar, y tú eres un sumiso nato, mi estimado Albsev.
Yo negaba con la cabeza explicándole que simplemente preguntaba al ver que el tal Grey del libro “BOOM” del momento había sido un esclavo.
Él suspiraba y ponía los ojos en blanco, a lo que yo soltaba rápidamente.
—No pongas los ojos en blanco, Thomas, o te daré de azotes. —Él soltaba la risotada tratando de aguantarse aquella broma mía ante lo que había descrito.
—Pues allí tienes mi punto, azotar a alguien por poner los ojos en blanco o morderse el labio… ¡Maldición! Yo te he azotado porque frustras mis planes de conquista, eso sí es un motivo de peso. Se nota que Christian solo lo toma como un juego… él no ama ser un amo como yo.
Amaba cuando estaba así, tan tranquilo y risueño, suponía que el hacerlo sentir en sus jugos, es decir, en aquella esencia de amo era lo que lo hacía ser más él mismo.
—Pues las fanáticas mueren por el tal Grey. —Éste rodaba de nuevo los ojos alegando que sin duda eran niñas tontas a las que su madre les inculcaba que una mujer debía de ser sumisa y decir sí a todo lo que su macho dominante dijese, y que sin duda prefería mil veces una relación con un hombre que con una mujer que no supiera ni en donde estaba parada y que dijera que sí a todo lo que un hombre dice.
—Pero entonces te estás contradiciendo.
—¿Por qué? —preguntaba el líder rebelde, respondiéndole mientras me acercaba a él.
—Porque dices que Grey es todo lo opuesto a lo que en verdad debería ser un macho alfa, pero serías capaz de mantener una relación con una mujer que sabe lo que quiere… eso te pone en contradicción.
Thomas me sonreía mientras apartaba un mechón de mi cabello, aquello sin duda me desarmaba por completo.
—Las mujeres de ahora les gusta llevar el control… aman ser las jefas de una oficina y mandar sobre nosotros los hombres… es cierto, hay sus excepciones y no culpo a la que solo se quiera llenar de niños y ser la perfecta ama de casa… ¡Allá ellas!... pero lo que soy yo, prefiero una mujer que se sepa valer por si sola y no que tenga que depender de un macho. —Yo sonreía mientras él proseguía.
—A mi criterio las únicas mujeres realmente interesantes de ese libro son Mia y la señora Robinson, así que deja de estarte llenando la cabeza con ese libro que solo muestra a un hombre traumado por la asquerosa de su madre.
“Bingo” pensaba yo, soltando mientras temía su cambio de ánimo.
—¿Y tú no estás traumado por tu madre? —Éste negaba con la cabeza.
—Yo ni siquiera la conocí, Albsev, ella según Lucian era una mujer trastornada, pero eso no influyó en mí… ella jamás me crió. ¿Y la verdad?... doy gracias a Dios por ello… yo soy amo porque lo llevo en la sangre, amo dominar a quienes me rodean y no por un maldito trauma psicológico.
Yo me sentía fascinado ante la disputa que teníamos sobre aquella literatura, que aunque no era mala, sin duda diferíamos por mucho sobre su contenido de lo que en verdad era ser un excelente amo y esclavo.
—Él ya no sabe ser él sin la presencia de ella, es ella la que sin querer le domina… y la muy tarada solo piensa que es un maldito cero a la izquierda… ¡que lo es, claro esta!... pero se empeña en verse como una niña tonta que no sabe como logró enamorar al Grey.
—¿Eso quiere decir que un buen amo no debería mezclar sus sentimientos con lo que es la dominación en sí?
A lo que Thomas me respondía rápidamente.
—Puede sentir amor por ella si quiere… no es el punto, Albsev, el punto es que el amor de un esclavo siempre debe ser mucho más fuerte que el del amo o sino toda la tortilla se volteará en su contra.
—¿Es por eso entonces que tú eres mejor amo?... ¿porque simplemente no hay amor en ti hacia mí?
Él me miraba intensamente soltándome mientras posaba su muñeca sobre mi hombro y jugaba con mi cabello.
—No dije que fuese mejor amo… ¿Tú lo crees así? —Sabía que solo quería escucharle, así que solté lo que deseaba oír.
—Lo eres.
—¿Por qué? —pregunta sin bacilar.
—Pues… porque dominas solo con tu presencia, tu porte y todo te temen.
—¿Y crees que el temor es poder? —soltaba él de nuevo sin pensárselo dos veces.
—Supongo. —Él negaba con la cabeza.
—Te equivocas… yo siento temor y no soy sumiso.
—¿Y a qué le temes? —preguntaba alzando una ceja asombrado.
—Al fracaso… ¿eso me hace un mal amo? —Yo negaba con la cabeza.
—¿Por qué? —Yo ponía los ojos en blanco y él me amenazaba con azotarme como el Grey mientras yo trataba de no reírme. Me encogí de hombros apenado al no saber responder aquello.
—No me hace mal amo… porque conozco mis límites y sé lo que puedo llegar a dar y lo que soy capaz de hacer por conseguir lo que quiero.
—¿Tú posees limites? —A lo que Thomas soltaba rápidamente.
—¿Me estás tuteando? —Yo abría grande los ojos y rectificaba mi error.
—Lo… lo siento… señor… ¿Usted posee limites? —Él suspiraba mientras asentía.
—Y tú los tuyos ¿no, Albsev? —Yo le miraba asombrado mientras él mismo respondía su interrogante.
—Eres un esclavo de malas pulgas cuando a tu hermana se refiere.
Yo ponía el rostro serio asintiéndole, y que si bien podía meterse conmigo todo lo que quisiera, no dejaría que se metiera con mi hermana.
Él me miraba fijamente como tratando de estudiarme.
—Leías este libro tan solo por llamar mi atención, ¿cierto? —Yo sonreía completamente ruborizado mientras bajaba el rostro, sintiendo como éste me tomaba de la barbilla soltándome muy cerca del rostro.
—¿Por qué a pesar de que intenté asesinar a tu hermano me sigues buscando? —A lo que yo respondía apremiante.
—Porque te amo. —Él me miraba tan intensamente que quemaba.
—Pero quise asesinar a tu amado hermano, Albsev… él debería estar por sobre lo que puedas llegar a sentir por mí. —A lo que yo respondía volviendo a desviar la mirada.
—Pues de seguro me has enviciado a tal grado que puedo perdonarte semejante agravio hacia mi familia. —Thomas negaba con la cabeza respondiendo en un tono bajo.
—No, lo has dejado de lado porque fallé y él sigue vivo, pero… puedo llegar a intentarlo nuevamente.
—No lo harías —le soltaba rápidamente, a lo que él preguntaba el porqué.
—Porque por más amo que te creas, algo así no te lo perdonaría jamás. —Thomas sonreía levantándose de la cama soltándome mientras se acercaba a la puerta.
—He allí mi forma de dominarte, Albsev. —Yo le miraba sin poder comprender sus palabras, a lo que el chico alegaba.
—Tienes razón, no lo haré… pero te queda el temor de que podría llegar a intentarlo y de allí te agarras para desear estar cerca de mí, ¡según tú! vigilando mis pasos cuando en realidad solo deseas tener un poco de esperanzas de que mi dominación se transforme en amor, como con Grey.
—Pero entonces no sería dominación, seria infligir temor psicológico. —Thomas volteaba y sonriéndome me señalaba.
—He allí la diferencia entre Anastasia y tú. —Yo le pregunta qué en qué consistía, a lo que Thomas respondía.
—Que una diferencia es que el personaje del Grey viva diciendo que Anastasia es inteligente cuando en realidad es más tonta que Orión y eso es ya decir mucho… pero tú, tú sí eres inteligente… supiste truncar mis planes y cada vez me sorprendes más, ¿y sabes qué?... eso juega mucho a tu favor.
Éste abría la puerta mientras yo le soltaba tratando de sacarlo de sus casillas, aunque sus palabras me habían fascinado.
—Igual pienso que Grey es mejor amo que tú. —Thomas volteaba a verme preguntándome el porqué, a lo que yo respondía.
—Porque él sabe amar… y además es más macho alfa que tú, ya que se acuesta con mujeres. —A lo que Thomas soltando una carcajada sarcástica mientras se recostaba del marco de la puerta.
—El asunto no está en amar o no… el asunto es no ser esclavo del amor que sientes por alguien más.
—¿Entonces si podrías llegar a amarme?
Él me miraba sin decir nada con una sonrisa que no sabía bien como describirla.
—¿Te conformarías con que sienta algo por ti aunque sigas siendo tú quien llore, se desviva y sufra de amor por mí? —Yo le asentía, a lo que él alegaba incorporándose de nuevo.
—Sin duda eres un excelente esclavo del amor… —Éste chasqueaba los dedos y me señalaba con su dedo índice— Enséñame que es el amor Albsev Townsend, te reto de amo a esclavo y a lo mejor te ganes algo de eso que tanto anhelas de mí. —Thomas se disponía a irse, a lo que yo soltaba rápidamente.
—Lo haré, y ¿Thomas?... ¿señor? —Éste volteaba a verme, a lo que yo le soltaba dulcemente.
—Le perdono. —Él se quedaba observándome tornando el rostro serio mientras respondía a algo totalmente diferente a lo que yo le había soltado, como tratando de salirse por la tangente.
—Aaahhh… y con respecto a que él es más hombre que yo porque se acuesta con mujeres… conozco muchos que se hacen llamar sementales y apenas prueban una buena verga se vuelven unos adictos al falo, sin duda yo pondría al tal Grey a rogarme por verga haciendo que deje a la tal Anastasia llorando de amor por el idiota. —Yo me cubría los ojos negando con la cabeza mientras él argumentaba.
—Su ama se lo follaba, imagino que debe extrañar eso… y si me voy a llenar de sangre el pene que sea de sangre que fluye por el daño que he hecho a un culo bien roto y no por… —Thomas hacía un gesto de asco ante el recuerdo de algo que yo aún no había leído, preguntándole que a qué se refería.
—Ve a la escena de la tina de baño… yo devolví toda la comida cuando leí eso… no sé quién puede verle algo de sexy a eso… pero supongo que cada quien a sus extraños fetiches, ¿no?
Yo sonreía observando como él salía de la habitación después de guiñarme un ojo, cerrando la puerta mientras yo comenzaba a saltar en la cama más feliz que niño esperando a Santa Claus, observando que Thomas estaba cambiando… no era un giro de ciento ochenta grados, pero aunque fuese tan solo cero coma cinco el giro que estaba dando era sin duda un gran logro para mí.


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