Capítulo 15
El cumpleaños más loco de mi vida
A
ojo de Jacob
Había llegado al colegio gracias a que Sam me había
traído en su camioneta, bajando de la parte trasera, donde veníamos todos salvo
Leah y Seth, quienes iban dentro del vehículo, mientras los chico comenzaron a
pelearse y a empujarse entre ellos como siempre lo hacían, escuchando el motor
del Volvo entrando en el aparcadero, tomando mi mochila, contemplando que más
atrás Emmett arribaba con mi motocicleta en la parte trasera del Jeep, notificándoles
a mis hermanos Quileutes.
—Nos vemos luego, chicos.
Sam me observó por demás serio, como reprochándome que
los dejara por estar cerca de los Cullen, siendo Leah quien se despidiera con
un ademán de la mano, mientras Seth volvió a desear feliz cumpleaños por
trigésima vez en todo el día y Embry preguntara, tratando de sonar divertido.
—Oye Jake, ¿con cuál de las Cullen sales?... porque al
parecer todas tienen ya su pareja, ¿no? —Sonreí, mostrándoles el dedo medio de un
modo grosero, mientras Quil era quien respondía.
—De seguro la pequeñita de cabello corto está siéndole
infiel a su pareja con él. —Quil y Embry rieron chocándose las manos, y disfrutando
de sus estupideces mientras me acercaba al Jeep, observando la motocicleta, la
cual había cambiado considerablemente.
—¿Esta es mi motocicleta? —pregunté impresionado, ya
que la habían mejorado aún más de lo que ya lo habían hecho.
—Por eso no te la habíamos entregado aún —respondió
Emmett palmeándome el hombro, observando a todos lados, alzando raudo la
motocicleta, como si fuese un triciclo, posándola en el suelo.
—Feliz cumpleaños —soltó el chico, sonriéndome afablemente,
mientras observaba como Rosalie bajaba del Jeep caminando hacia la entrada del
colegio.
—¿Amor? —le llamó Emmett intentando que la rubia se
detuviera, pero ella simplemente soltó de mala gana.
—Feliz cumpleaños, perro. —Entró al colegio, mientras
Emmett negó una y otra vez con la cabeza, disculpándose por la actitud de su
mujer, corriendo tras de ella para alcanzarle, admirando como Emmett y Rosalie
habían dejado mi moto, mientras Edward susurró a mis espaldas.
—Feliz Cumpleaños, Jacob. —Me giré para verle, pero el
joven vampiro me abrazó, intentando medir sus fuerzas ante aquel apretón.
—Aamm… Gracias, men. —Le palmeé la espalda, percibiendo
como lentamente se apartó de mí, entregándome una pequeña caja marrón con
listón dorado, negando con la cabeza observando aquello.
—¡Vaya!… no debiste tomarte la molestia, men… en
serio. —Edward me sonrió, observando la pequeña caja, incitándome a abrirla,
así que halé el listón y quité la tapa que cubría la caja.
Aquello no lo podía creer, no podía haber tanta
coincidencia junta, riendo a más no poder, negando una y otra vez con la cabeza,
mientras sacaba el pequeño lobo con un diminuto corazón en pedrería.
—Esto no es un diamante, ¿cierto? —Él me miró por unos
segundos y luego negó con la cabeza, suspirando aliviado— Qué bueno, porque en
serio no iba a poder aceptar algo tan costoso… ¿y la cadena? —Volví a preguntar,
a lo que él respondió, quitándome el obsequio de las manos, posándose detrás de
mí, para colocármelo, sintiéndome un poco incómodo, aunque no dije nada, escuchando
su respuesta.
—Es fantasía fina. —Unió ambos broches, halándome el
pequeño lobo para observarle detalladamente.
—Gracias… está mejor trabajado que el mío —respondí más
para mí que para él, escuchando su respuesta.
—Aún así lo quiero, Jacob. —Le miré por unos segundos completamente
extrañado, chasqueando los dedos, preguntándole con una sonrisa.
—Alice, ¿no? —Él asintió— ¿Pero cómo?... Se supone que
ella no puede ver el futuro si estoy yo en él. —A lo que Edward respondió.
—Pues no te vio entregándomelo, pero me vio a mí
usarlo.
Asentí comprendiendo al fin el porqué sabía lo del
brazalete, mientras caminaba hacia la entrada del colegio, percatándome que él
me seguía.
—Entiendo, pero te lo daré luego… Pues ya de por sí no
dejan de vernos. —Y adentrándonos en el colegio, nos separamos en las escaleras,
ya que me tocaba práctica de básquet a primera hora, despidiéndome de él,
chocando los puños y dándole de nuevo las gracias por el regalo
~°~°~°~°~°~°~°~°~° tiempo después
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Habíamos llegado a la casa de los Cullen, yo en mi
motocicleta y Edward en su Volvo, observando por medio de las paredes de vidrio
lo que Alice hacía en la casa.
—Oh, por Dios —solté asombrado, mientras Edward salió
de su auto, até mi nuevo casco a la parte trasera de la moto, percibiendo la
cercanía del vampiro, soltándome por demás divertido.
—Traté de detenerla… pero fue imposible.
Él subió las escaleras a gran velocidad, sosteniéndome
la puerta para que entrara, le di rápidamente las gracias ante su amabilidad,
mientras observaba el decorado.
—¿Te gusta? —preguntó Alice dando saltos hasta llegar hacía
mí, abrazándome, deseando toda emocionada.
—Feliz cumpleaños, Jake. —Me dio un beso en la mejilla
mientras me espelucaba todo el cabello.
—Gracias, loca —le respondí sonriendo ampliamente—. ¿Y
qué es todo esto? —le pregunté, observando el pastel y el montón de comida.
—Pues Alice quiere ver si eres capaz de comerte todo
eso tú solo —respondió Emmett a mi pregunta, saltando desde las escaleras hasta
donde yo me encontraba, haciéndome reír, dándole un puñetazo en el hombro,
mientras contemplaba los adornos Quileutes por toda la casa.
—En serio... creo que esto es como mucho con demasiado.
—Pero Alice negó con la cabeza, alegando que nada era mucho para mí, haciéndome
sentir una persona importante en sus
vidas y eso me agradaba.
Escuché un ruido bastante particular, girándome para
percatarme que en efecto, era la camioneta de Sam, el cual aparcó en frente de
la casa Cullen.
—¡No lo puedo creer! —solté con una sonrisa de oreja a
oreja, corriendo para abrirles la puerta— ¿Qué demonios hacen ustedes acá? —Seth
fue el primero en salir disparado de la camioneta hacia la casa, respondiendo
mi pregunta.
—La chica Cullen nos invitó a la fiesta de cumpleaños
que tenían preparada para ti, Jake. —Señaló a Alice mientras entraba como
bólido, dirigiéndose hacia la mesa de entremeses, siendo Leah la segunda en
entrar a la casa, abrazándome con fuerza y más atrás Sam, Quil, y de último,
Embry.
Estaba tan emocionado pero a la vez algo asustado al
tener a mis hermanos Quileutes junto a los Cullen, volteándome para ver a
Jasper, quien simplemente estaba postrado como estatua, observándolos a todos, acercándome
a Alice, y antes de soltar lo que pensaba, ella respondió.
—Tranquilo, él se va a comportar… ¿verdad, amor? —le preguntó
ella lanzándole un beso, a lo que él simplemente asintió casi de manera
imperceptible.
Le sonreí al chico pero él simplemente me miró
fijamente, encogiéndome de hombros y comenzando a comer y a beber junto con mis
hermanos Quileutes, disfrutando de la fiesta.
Después de una hora Sam se me acercó, observando a los
Cullen, tratando de susurrarme al oído.
—¿Son ideas mías o tus amigos no han tocado la comida?
—En lo que pretendí responderle, Edward se posó a mi lado y tomando unos
canapés, llevándoselos a la boca, masticándolos y tragándolos rápidamente.
—Dios… no quería romper la dieta pero no me contuve…
¿ricos, no? —No podía aguantarme las ganas de reírme ante aquello, de seguro
estaba que se soltaba en vómitos pero era muy buen actor; Sam se alejó de
nosotros sin dejar de mirar a Edward de soslayo, mientras yo le daba las
gracias ante aquel esfuerzo.
—No fue nada… espero no tener que repetirlo. —A lo que
respondí rápidamente, señalándole una de las bandejas.
—Pues para la próxima te recomiendo estos… están más
sabrosos —Edward me miró frunciendo el ceño, lo que me hizo soltar una
carcajada, palmeándole el hombro.
—Lo siento, en serio me hizo gracias. —Él negaba con
la cabeza, mientras seguía tratando de aparentar normalidad, escuchando
nuevamente un auto acercarse, volteando justo cuando Leah preguntó algo molesta.
—¿Ella está invitada? —Era Bella Swan quien se
estacionó enfrente de la casa, saliendo de su camioneta, mientras Esme y
Carlisle al fin hacían su aparición, bajando las escaleras, volteando a ver a
Alice, la cual me informó, acercándose al ver mi cara de asombro.
—Invite a Ángela, Jessica y a Bella… pero al parecer
las otras dos chicas no pudieron asistir. —En verdad me alegraba de aquello, ya
que solo Bella me caía bien de las tres, así que aquello no me incomodó en lo
más mínimo.
Bella comenzó a subir las escaleras, y justo al llegar
arriba, resbaló y cayó hacia atrás, golpeándose la cabeza y rompiéndose la
frente con uno de los escalones de abajo, dejándose escuchar los gritos de
asombro ante el susto de ver aquella estruendosa caída, rodando los ojos, sin
poder creer aquello.
“¿Esta chica puede ser más
estúpida?”... pensé
mientras todos mis hermanos Quileutes se levantaron para ayudarle, observando como
a la chica le comenzó a sangraba la cabeza, haciéndome un largo y rápido escaneo
hacia todo los rostros de los vampiros allí presentes.
Alice se echó hacia atrás con una cara de psicópata, intentando
aguantarse las ganas de hincarle el diente, mientras que Rosalie, la cual había
comenzado a descender, subió rápidamente las escaleras y Carlisle corrió al
encuentro de la chica, dejando a Esme muy cerca de la puerta de la cocina,
quien simplemente volteó el rostro hacia otro lado, pensando que sin duda el Doc.
era el más normal de todos.
Giré el rostro en busca de Edward, quien observó a
Jasper, percatándome de cómo el enajenado vampiro peleaba con Emmett, el cual
intentaba contener al rubio vampiro, quien rugió incontrolable, mientras Carlisle
llamaba la atención de alguno de mis hermanos Quileutes, quienes pretendieron
ver nuevamente hacia la casa, convirtiéndose todo aquello en un completo caos.
Edward corrió hacia donde Emmett luchaba en contra de
Jasper tratando de controlarlo.
—¡Alice! —grité intentando sacarla de aquel estado
catatónico, la cual al fin volvió en sí, corriendo hacia Jasper posándose en
frente de él.
—Ya, ya, cariño… no pasa nada… vamos, amor… sé que
puedes controlarte… solo es un poquito de… —Tragó grueso y volteando a ver
hacia la entrada, culminó sus palabras, poniendo nuevamente cara de psicópata—…
Sangre —soltó al fin, relamiéndose los labios, mientras Edward llamó una vez
más su atención, y así entre los tres sacaron a Jasper de la casa por la puerta
trasera de la cocina.
Suspiré aliviado, girando sobre mis pies para
dirigirme hacia la puerta, pero justo en ese momento me percaté como Sam me
observaba desde donde estaba parado con los brazos cruzados.
“Maldición”, pensé caminando de igual modo hacia la
puerta, saliendo para ver lo que ocurría, caminando entre los invitados, llegando
al fin hacia donde Bella se encontraba sangrando, ignorando a Sam, quien no dejó
de mirarme.
—¿Bella?... ¿Bella, te encuentras bien? —le pregunté a
la chica, observando que Carlisle ya había detenido la hemorragia.
—Mis malditos par de pies izquierdos que no se
coordinan —soltó ella, haciéndome sonreír, acomodándole el cabello.
—Dios, mujer, sí que eres un mar de calamidades. —Ella
comenzó a sonrojarse completamente apenada.
—Creo que caí encima de tu regalo. —Todos rieron
mientras el Doctor Cullen intentó levantarla del suelo, inclinándome para tomar
lo que parecía haber sido una bolsa de regalos, completamente desbaratada.
—Gracias. —Le sonreí tratando de animarla mientras,
Carlisle me informaba que iría a llevarla hasta su casa y notificarle a Charlie
de lo ocurrido, asintiéndole al doctor y abriéndole la puerta de la camioneta a
Bella por la parte del copiloto para que la chica entrara.
—Lo siento, Jake, no quise arruinar tu fiesta. —Negué
con la cabeza.
—Tranquila, Bella, no sucede nada —le solté a la chica,
cerrando la puerta, alejándome de la camioneta, sintiendo a Sam detrás de mí al
tropezarle, haciéndome el desentendido, aunque le había pedido disculpas por el
tropezón, sin dejar de observar como la camioneta se perdía entre los árboles.
—¿Me vas a explicar lo que sucedió dentro de la casa
con los Cullen o tendré que tomar el camino complicado? —Suspiré ante aquello,
quedándome en silencio por un rato hasta que respondí.
—Pues jamás te ha gustado el camino fácil, ¿cierto? —Y
sin decir nada más comencé a caminar rumbo hacia la casa, donde ya todos
estaban de vuelta, dándole a entender que no le diría nada, percatándome que Edward
me esperaba en la puerta, observándome para luego enfocarse en Sam.
—Se dio cuenta de todo, ¿no? —A lo que respondí, formulándole
una pregunta.
—No sé… ¿Dímelo tú? —Edward, sin dejar de observar a
Sam mientras este a su vez sostuvo la de él, me respondió rápidamente al ver
que el chico se acercó hacia la casa.
—Vio suficiente como para sospechar que algo ocultamos,
pero aún no sabe qué es —Entré a la casa y Edward detrás de mí, buscando con la
mirada a los Cullen, pero solo Emmett, Esme y Alice estaban en la casa, volteando
a ver a Edward, el cual acotó—. Jasper está tan apenado que decidió darse unos
días cruzando las fronteras canadienses. —Me sentí mal por Jasper, pero suponía
que era lo mejor en ese momento. Sam entró, y acercándose a Leah, le espetó de
mala gana.
—Nos vamos. —Ella se levantó tomando a su hermano por
el brazo, a lo que el chico respondió de mala gana.
—Pero no me quiero ir aún. —Pero su hermana lo empujó
hacia la salida, despidiéndose ambos… uno molesto y la otra tratando de ser
cordial.
Embry y Quil se levantaron también, alegando que mejor
se irían con Sam, mientras que este, al salir de la casa, observó de manera
retadora a Edward, el cual no apartó la mirada.
Sam salió de la casa después de lanzarle aquella
mirada fulminante a Edward, el cual cerró la puerta, escuchándole decir a Alice
de lo más normal.
—¡Salió bien la fiesta después de todo! ¿No? —Todos
volteamos a verle, asombrados ante aquella afirmación tan natural, mientras
está muy sonriente, alegó a sus palabras— Bueno… espero que la próxima sea aún
mejor. —Y tomando unas cuantas bandejas, se las llevó a la cocina, mientras yo
soltaba una estruendosa carcajada.
—Jajaja… esta mujer en definitiva está LOCAAA… —solté
aquella última palabra muy fuerte para que me escuchara, a lo que ella
respondió desde la cocina.
—No tienes que gritar, Jacob… recuerda que puedo oírte
a kilómetros. —Bufé por la nariz, arrojándome al sofá, mientras Edward tomó
asiento a mi lado.
—Ayer me dijiste que algo sucedía. —Me quedé por un
largo rato observándolo y sacando la pulsera que había hecho para él de mi
bolsillo, se la coloqué en la muñeca, y girando su mano, comencé a atar las
trenzas que había dejado sueltas.
Observé su rostro y él sonreía, contemplando cómo le
colocaba aquello, mientras le decía al terminar.
—No es tan bonito como el que tú me diste, pero lo
hice todo yo mismo —Él contempló aún la pulsera, observando el dije—. Eso sí no
lo hice yo —Sonreí—. Era de mi Madre… —Alzó el rostro por demás sorprendido— ¿Qué?
—pregunté rápidamente.
—Nada… muchas gracias… me fascina… en serio… muchas
gracias. —Edward no dejó de acariciar el cuero de la pulsera, comenzando a
contarle todo lo que había sucedido en mi casa hacia dos días atrás, cuando mi
padre me reveló que los muchachos podrían llegar a ser lobos como yo.
Él observó mi rostro con cara de que sufría como yo lo
hacía ante todo lo que me estaba sucediendo.
—Entiendo… —Fue lo que alegó el chico, percatándose
que en el lobo de su pulsera, tenía tallado mi nombre, sonriendo de manera casi
intangible, alzando el rostro, observándome detenidamente— ¿No quieres que
ellos sufran como tú lo haces por culpa de lo que somos? —Suspiré, asintiéndole,
aunque no era exactamente como él lo planteaba.
—¿Desearías que todo fuera como era antes? —Asentí nuevamente,
ya que en verdad, deseaba que todo fuera como lo era antes de haber sido lobo,
pero daba gracias de que lo era, ya que si no lo hubiese sido de seguro los
Cullen, jamás hubiesen entrado en mi vida.
Edward me sonrió muy amablemente, levantándose del
sofá, observando a las afueras de la casa, mientras yo le daba una rápida
mirada al reloj, contemplando que pronto iba a anochecer, levantándome igual
que él.
—Debo irme… no quiero hacer molestar más a Billy de lo
que ya está. —Edward no dijo nada, simplemente asintió y dejó que me fuera sin
alegar nada en contra.
Les di las gracias a todos, y montando mi motocicleta,
me despedí de Edward alzando mi mano, lo que él imitó, cruzándose de brazos.
Era extraño, sentí como que algo le incomodaba, o como si maquinara algo que yo
no captaba.
Encendí la moto, y colocándome el casco, arranqué la
maquina velozmente, rogando porque Sam no me estuviese esperando en la casa, ya
que lo que menos quería ahora, era una disputa entre él y yo, sin dejar de
pensar en aquel rostro triste y sombrío de Edward.
mmm creo que a Edward no le gusto de ha mucho el que dijeses que querías todo como antes.Des seguro le dolió... ahora si que creerá que no tiene oportunidad¬¬
ResponderEliminarOsea que ahora es decisión de Jake el contarles la verdad a los chicos, claro y a su vez la verdad de él.Oh Dios, solo queda esperar. Gracias por escribir, esperaré la continuación-By Mahô