Ante
los ojos de Stephano
Me había sentado en las escaleras que daban a la
habitación de Thomas, Astaroth y Albsev… leía deseando que quien llegara
primero fuese Astaroth para comenzar con mi plan de írmele por otros medios al
muchacho.
“Bingo”, solté mentalmente al ver que justo era él
quien llegaba, deteniéndose en los
primeros tres escalones al ver que me encontraba sentado en las escaleras.
—¿No hay sillas en el hall? —preguntó éste de mala
gana, a lo que yo le respondía.
—Sí, Gomennasai [Lo siento]… es que hay mucha gente y están hablando
todos a la vez, y aquí es más silencioso.
—¿Y por qué
no te fuiste a tu recamara o simplemente te vas a la biblioteca?… ¿tienes que
sentarte justo acá?
Era sin duda un punto a su favor, pero yo simplemente solté rápidamente.
—Tienes razón… simplemente deseaba verte.
Él comenzaba a subir las escaleras tratando de pasarme
por un lado sin tocarme.
—¿Has leído alguna vez “Asesinato en el Orient
Express”? —Éste me asentía subiendo las escaleras, mientras yo me levantaba
rápidamente.
—¿Y qué te pareció?... yo lo terminé anoche.
Él se detenía y mirándome fijamente suspiraba como
tratando de aguantarse algún insulto, respondiéndome
calmadamente.
—Bueno… no extraordinario… pero bueno… no sé porque
Agatha Christie se empeña en hacer todo aquel lío de parentescos para luego
terminar poniendo que el asesino fue Juan de los Palotes, es decir, quien menos
tenía que ver con el occiso es quien lo mata… y no hablo de esta trama en
específico, sino de otras que la dama ha escrito.
Astaroth jamás había pasado de decirme una oración y cuando se
extendía, era para soltarme las mil y una maldiciones que se sabía… era la
primera vez que me hablaba de esa manera, sin duda se le notaba a legua que
amaba debatir un buen libro.
—Pues, a mí me gustó mucho el saber que los culpables
de la muerte de Ratchett fueron todos los sospechosos, ya que era una venganza…
él muy maldito había matado a una niña.
A lo que Astaroth respondía bajando un escalón
mientras yo me quedaba inerte en el mío, dejando que fuera él quien se moviera dándole espacio, haciéndolo sentir seguro.
—Al final también se puede debatir si hicieron lo
correcto en encubrir la “justicia por mano propia” de los culpables.
A lo que yo preguntaba rápidamente.
—¿Tú qué opinas? Yo creo que fue lo correcto.
—Astaroth me miraba fijamente y luego volteaba el rostro respondiéndome
mientras hacía como si iba a terminar de subir.
—Lo
mismo que tú, claro. —Comenzó a subir, a lo que yo le imitaba sin hacer ruido
para que no se diera cuenta que lo seguía, soltándole rápidamente.
—¿Astaroth? —Él volteaba a verme ya en el pasillo
mientras le respondía con una amplia sonrisa.
—Gracias. —Él fruncía el ceño mientras reacomodaba los
libros que cargaba en las manos preguntando el porqué, a lo que yo le respondía comenzando a bajar
lentamente.
—Porque hoy he tenido un día patético y el que me regalaras unos segundos de tu tiempo para exponer
sobre el libro, pues… es sin duda un anestésico ante tanta presión.
Él me miraba sin decir nada para luego regalarme una
media sonrisa, completando mi día con la cereza que le faltaba a la copa de
helado con regalías que era Astaroth para mí, haciéndome sentir más que feliz.
—Voy… voy a mi habitación tengo tarea por hacer… si me
disculpas.
Soltaba
el chico en un tono amable, a lo que yo le asentía disculpándome
por las molestias comenzando a bajar las escaleras, sintiendo que iba a
explotar ante la emoción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario